A veces eres perfectamente consciente de cuándo envejeces. Son esos momentos en los que la sensación en pecho, garganta y ojos se hace una línea líquida, un eje que te mantiene en pie. Electricidad en las manos que no puedes llevar a tierra. Vacío, como cuando te alejas de la costa sin querer. Pérdida. El tiempo que se para, sumando distancia, como si desde otra vida más sabia intentaras abrazarte para que la decepción no doliera tanto.
Y sólo eres agua en tu cerebro y tu corazón.
"The sun said nothing
About my demise
My fall to the floor
[...]
These floorboards creaking
My body's old
The sun casts a shadow
At dusk that cuts through your bones
Your body and soul”