No lo soporto.
Este grado de desconfianza e histeria que ronda la mente.
Demasiado tiempo cultivando un silencio que ha aprendido a mirar con recelo a su alrededor; a cuidar las palabras hasta asfixiarlas por temor a un salto al vacío que se estrelle con el ridículo, en vez de con unos brazos amantes.
Por el momento el lápiz me ayuda a desnudarme. Y, despacio, intento avanzar pasos en esto tan complicado de descubrirme ante quien deseo.
Por el momento, sigo adelante en el camino.
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