Me miro al espejo: hoy no brillan.
Se está haciendo dura de pasar la mañana. Es estúpido por mi parte, pero me está costando horrores. Me pongo el disfraz de personita razonable y justifico esto pensando en malas jugadas hormonales o cansancio, nervios y presión ante los exámenes inminentes. Hay más, ya lo sé. Pero es que no quiero saberlo.
Se me ocurre que debería salir del lado frío de mi sombra y permitirme más ternuras; eso de "chica dura" a veces es ridículo, inservible y hasta perjudicial. Me canso de mis disfraces.
Siento como si estuviera a punto de perder el control.
Sólo te pido una cosa: por favor, alégrame el día.
Y no, no quiero matar a nadie. Sólo quiero un par de palabras. ¿Es mucho pedir?
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