Intento meterme en tu cabeza... intento salir de la mía...
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Se ha hecho otra vez de día, y apenas entra luz por las rendijas de la persiana. La ventana se quedó abierta anoche, entra el aire del mar. Debe ser muy temprano: el silencio aún rodea lo que nos queda de sueño.
Cierro los ojos, me quedo muy quieta. Te siento respirar a mi lado y no me atrevo a despertarte. Poco a poco voy acumulando el valor suficiente para apenas deslizarme bajo el batiburrillo de sábanas que me has dejado. Y, de lado, me incorporo despacio para observarte.
Tumbado de espaldas a mí, semidesnudo. Hubiera sido estúpido intentar contener la sonrisa al verte: tanta belleza durmiendo, confiada, a una distancia inexistente. En ese instante decido instaurar una tradición por la que cada vez que te tenga así pueda posar un beso ligero en tu hombro. Adoro tus hombros, y quiero dejar en ellos un sello invisible.
Se me viene a la cabeza la posibilidad de hacerte volver a la vigilia entre sueños, dando labios, lengua, y saliva a alguna fantasía perdida, de esas que se pasean discretas en nuestra cabeza. Otra sonrisa, momento de indecisión... Pero no: ahora seré yo la que controle las sábanas, la que te robe algún gemido antes siquiera de que abras los ojos.
"Buenos días..."
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1 comentario:
¿Ya estamos poniéndonos cochinas?
Anda, vaya buenos días tan guapos...pero si te digo que a mi me despertaron con un pastel de chocolate seguro que te da una miajita de envidia. Jijiji.
Muchos besos, mucha suerte, mucho amor y mucha música.
Ah ! y gracias por llamar y ser tan...tan..eso, tan maravillosa.
Bezzzzzzzzz
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