Cuando quiero darme cuenta ya estoy otra vez a merced de las olas que otros cuerpos marcan. Me rebelo, vislumbro la conveniencia de la independencia fría, procuro olvidar que el corazón sale aunque no quiera, y seguir caminando.
Pero esas olas son más profundas que altas, más poderosas que rugientes; y ante un pequeño cambio en el viento que me diga que me quiere yo quedo desconcertada.
En el fondo, ¿hay alguien dueño de su vida?
Pero esas olas son más profundas que altas, más poderosas que rugientes; y ante un pequeño cambio en el viento que me diga que me quiere yo quedo desconcertada.
En el fondo, ¿hay alguien dueño de su vida?
4 comentarios:
No, el destino es el único dueño de nuestra alma
Si me permiten las señoritas madrileñas quiero añadir justamente todo lo contrario:
El destino no está escrito, lo vamos escribiendo, por lo que somos casi enteramente dueñas de nuestra vida (y he dicho "casi").
Si no lo fuéramos esto no tendría ninguna gracia. Y el que no lo sea, en mi opinión, va mal encaminado.
Un besazo, guapísima.
Yo opino lo mismo que María, de escrito nada de nada, depende de cada uno y lo que le rodea, nada más.
¿Y a mí que me apetece juntaros a las tres e invitaros a sangría? xD
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