6.19.2006

Fuerza.
Debilidad.
Miedo.
Decepción.
Recelo.
Confianza.

Esas son las palabras que han ido marcando prácticamente toda mi semana.

He sido consciente de parte de las fuerzas y debilidades que encierro yo, y de las que encierra una persona muy querida.

He sentido miedo hasta casi desesperarme por perder el control. Los brazos más importantes me dieron el calor, la fuerza y protección que tanto necesitaba en aquel momento.

Observo, como tantas otras veces, aunque ahora no en mí, la decepción. La amistad frustrada por egoísmo y desencuentros o, por lo menos, aletargada. Observo, analizo, encuentro incoherencias, también ingenuidades. Callo y pienso.

He entendido la importancia que tiene pensar despacio, con mucho cuidado, ante determinados comportamientos, como si estuvieras atravesando un nido de serpientes. Y es que a veces hay malos mordiscos que, en el momento que los dan, no se sienten. La experiencia se hace necesaria. Recelo...

Descubro cada día nuevos destellos de confianza que me hacen sentir eufórica: una llamada, una charla tontorrona sobre ninjas especiales, "marionetas", risas y más risas, seriedad sincera con mi hombro como almohada, no dejarme caer ante un nuevo destello de pánico (lo notaste y me salvaste). Momentos en los que me doy cuenta de que soy feliz.

A estas horas, casi las dos de la mañana, hago balance y siento la conocida necesidad de escribir, de dar palabras a lo que encierra mi cabeza (aunque a pocos o nadie interese; no es ese el objetivo). Es tarde, estoy cansada aunque sin sueño. Echo de menos el motivo suave que me impulsa a invadir toda una cama mientras duermo; hoy no puedo hacer de manta. La inquietud me acompaña. Y no es por los exámenes; eso será mañana.

Pero, de repente, dejo de ver la pantalla y recuerdo, sólo en este fin de semana, las razones de mi alegría; giro la cabeza y me encuentro con dos pequeñas rosas de madera; y sé que cuando vaya a cerrar el ordenador, el fondo de escritorio me sonreirá sin darse cuenta, y yo, inevitablemente, le sonreiré.

Así que, por qué no decirlo...

Ternura.
Entusiasmo.
Alegría.
Mimos.
Optimismo.


Y a por otra semana.

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