7.18.2007

Necesito volver al piano. Volver en serio. Volver a Bach, Mozart, Beethoven. Volver a sentir los dedos ligeros, no pesados y atrofiados como ahora. Descansar. Centrarme en algo real y bueno. Compartir. Crear, sola o acompañada. Refugiarme. Volver a casa.




(Enlace con grabaciones de TODA la obra de Mozart: http://213.188.106.66/)

7.17.2007

Haciendo limpieza de documentos en mi ordenador, he encontrado este texto, que guardé hace tiempo, y del que lamento no saber quién es el autor:

"Acabo de cumplir 23 años. En ese tiempo puede pasarle a uno casi todo lo que a uno le puede pasar en la vida. Pero de mí sólo sé decir que, hasta hoy, he estado perdiendo el tiempo miserablemente.Porque todo por lo que he sudado y combatido hasta ahora lo más que me servía era para prepararme a soportar la rutina del resto de mi vida. Y eso no.

Yo juro esta noche, delante de las estrellas, que antes de morirme tengo que subir a la peña de donde brota la vida y besar con mis labios el corazón de todas las cosas."

----------------------------------------------

Escucho. Recuerdo. Imagino. Sonrío.
Extraño.
Deseo.
Canto. Susurro. Bailo.
Acaricio. Respiro.
Sueño.

----------------------------------------------

Desaparecerá de la tierra entre días inciertos, volará hacia donde no llega la mente, fantaseará con fruición infiltrado en sueños ajenos, vivirá tan cerca de un límite que no sospecha, encontrará calma, tensión y dulzura, respirará olores de frutas y mar, le acompañará la vida que aún no posee.

Se trata de vivir. Sólo eso.

7.15.2007


"Portami con te... via da qui"



-------------------------------------------------------

Nada más alejado de la realidad de hoy que la lluvia de invierno. Caminando con la cabeza baja, deprisa y en silencio. Con coches alrededor, humo, malhumor, ruído. En medio de una soledad y un silencio atronadores. Caminando rápido. Caminando con la cabeza baja.

No sé qué pensar. No consigo controlar mi cabeza. Vuelve la imposibilidad de descubrir el orden y la calma en el transcurrir de cada día. Las luces no son más que ilusiones falsas, espejos de lo que falta, de lo que esconden detrás de su brillo. "¿Dónde está el cielo?", me pregunto. "¿Hace cuánto no lo miramos?".

¿Hace cuánto no nos miramos?.

-------------------------------------------------------

Hace ya varios meses que llamé a su madre para preguntarle qué tal estaba, cómo le iba la vida. Hace también varios meses, aunque alguno menos, recibí un mensaje que me pedía "nunca más". Y lo cumplí. Hace varios meses que no sabía nada de su vida. Y esta noche, precisamente esta noche, he leído resúmenes. Acabo de saber que le han operado, aunque no sé bien de qué, y me he preocupado hasta el momento en que he visto que, al parecer, ha ido todo bien, que es cuando he sentido alivio; también parece que hay una personita que le ilusiona, y eso me ha hecho sonreir. He sabido que una de sus primas se ha casado, y también me ha alegrado.

Es una sensación extraña la que tengo, como si el aire oliera a hojas de otoño. Me encantaría llamar y preguntarle cómo está; si fuera posible transmitir buena energía, me gustaría poder hacerlo. Pero por otro lado, pienso que lo mejor que puedo hacer por él es mantener las cosas tal y como están. Alegrarme en la distancia, y desde el silencio.

Las sonrisas más sinceras de la noche hoy son para ti, B.
Quedarme. Cogerte de la mano. Comenzar a caminar. En silencio. Llgar a casa. Abrir la puerta. En silencio. Echar la llave. Avanzar por el pasillo. De la mano. Llegar al sofá. Me sientas. Te sientas. Al otro lado. Me observas. En silencio. Te miro. A los ojos. Y me cuesta respirar. Te acercas. Alzas una mano. Despacio. Me acaricias la mejilla. Apenas. Con la punta de los dedos. Cierro los ojos. Comienzo a respirar. De nuevo. Extiendes tu caricia. Por mis labios. Que entreabro. apartas la mano. Un escalofrío. (De repente tengo frío...) No abro los ojos. Noto tu mirada. Sin verte. Enmarcas mi rostro. Con tus manos. Espero. Latiendo. Me das a respirar. De tu boca. A medio centímetro. Me abandono. Por completo. Ahora, me das de beber. De tu boca. Un beso quedo. Lento. Suave. Un roce apenas. Temeroso. Sólo un roce. Un roce apenas. Respiro. Yo también quiero. Besar. Atrapar el borde de tus labios. Con los míos. Trepar por ellos. Hundirme. En la dulzura de tu lengua. Licuarme. Igual que tu saliva. Y no perder nunca el camino que marcan tus labios. Yo también te quiero. Besar.

7.11.2007

La mayoría de las veces que escribo no responde a la realidad. Es imaginación, sin más, de situaciones, sensaciones o gente que no son lo que soy. La forma de lo que escribo me da igual; el significado me importa poco. Lo que cuenta es usar las palabras como vía de escape, creando una cadena de sonidos, intensidades y sentimientos irreales para formar un camino por el que, a través de los dedos y durante unos momentos, sea capaz de salir de este corazón, de este cuerpo. O entrar en aquellos que nunca seré.
Sea buscando belleza,
sea huyendo de ella.


------------------------------------------------------------------


En dos minutos, sólo dos minutos, encontrarme contigo, deprisa, y nada más abrir la puerta lanzarme a tu boca buscando a ciegas tus brazos, a los que poder asirme, una base segura entre tanta marejada ponzoñosa que aterra mi cerebro,

rendirme, por una vez, detrás de todos los miedos, abandonar a un lado las preguntas, los remordimientos, dejar lo de arrepentirme para luego,

acurrucar el rostro en tu cuello para no ver, no ver, no ver nada de todo aquello que no quiero ver, que me sobra, que me quema la piel por no saber manejarlo, que me queda grande, como grande eres ahora que te busco para que me acojas, que tengo miedo, aún tengo miedo si en estos dos minutos no me quieres,

así que abrázame fuerte por favor no me sueltes ahora que van a ser sólo dos minutos solamente nada más, deja que me apriete fuerte contra tu cuerpo, que necesito algo real a lo que aferrarme, déjame besarte hasta que se me sequen los labios, y en ese momento te pediré que me ayudes a volver a la realidad, que me cales hasta la médula, que me ayudes a empujar este tiempo que pesa tanto, que te empapes en sudor conmigo, nos mezclemos sin pudores, sin prejuicios, como si fuera el último día en que pecar estuviera permitido,

deja que me meza suave sobre ti, anclada en la tierra de la que eres símbolo, que cierre los ojos extasiada, perdida y centrada en un único punto, en mi centro, donde quiero que estés ahora y siempre, durante estos dos únicos minutos de vida que puedo permitirme, que me permito permitirme, estando a tu lado,

porque te necesito ahora, a ti, fuera de todo tiempo y materia.

Son sólo dos minutos. Y luego, si cabe, toda la culpa.

7.10.2007

Una storia per Daniela...

----------------------------------------------------------------

Guarda il mare, seduta nell’altalena della terrazza. È un’altalena larga, di quelle che si trovano nei giardini, con cuscini. Attorno aleggia la tranquillità di una notte sulle sponde del calore e dell’acqua, ingannata dalla frescura del giardino circondato da un bel muro romano. La cena, illuminata da una lampada con luce debole, sarebbe durata varie ore. Dal pomeriggio, tra scherzi e preparativi, tre paia di mani si divertivano in un angolo del mondo dove nessuno poteva guardare: in una casetta vicino al mare, tre amici si prendevano cura, iniziando dallo stomaco. Vino, primo piatto, secondo…Prima del dolce, l’unico uomo del gruppo si allontana per parlare al telefono:”Ritorno subito…” viso contrariato quasi arrabbiato, a mo di scusa. Si allontana, non troppo, con passo rapido, con l’intenzione di terminare velocemente la telefonata. Le due ragazze si guardano, divertite. Una di loro, la anfitrione, si alza per portare quello che manca. “Aspetta un momento, non ti muovere, non c’è bisogno”. Entra in cucina, che sta giusto a lato. L’amica la segue con lo sguardo. Osserva il capello raccolto in un crocchio disordinato dal quale cade un gruppo di riccioli rossi. Sorride. La segue osservando, ma si sorprende dinanzi la repentina tranquillità della sua amica: tesa, non si muove. Abbassa la testa, un brivido silenzioso. Si accorge che tenta di non piangere. Si alza dall’altalena ed entra in cucina. Si avvicina a lei in silenzio e posa la mano sulla sua spalla.

“Vieni...”


Finita la telefonata, il ragazzo sale la scalinata del giardino. Si ferma, sorpreso da quello che vede. Sull’altalena ci sono due donne: una, seduta, canta una ninna nanna senza parole, con voce dolce e bassa, mentre accarezza i capelli dell’altra, che resta distesa sul cuscino, con la testa appoggiata nelle gambe della sua compagna e gli occhi chiusi.

Lui si avvicina e guarda la ragazza che canta. Lei sostiene lo sguardo senza smettere di cantare. In questo modo lui si inginocchia davanti all’altalena e sussurra:

Il tempo passa, passa veloce sebbene a volte non ci accorgiamo o ci disperiamo, persi in una bolla immobile dentro la corrente. Il tempo passa, e solo ci resta difenderci cercando rifugio tra braccia amanti, in voci soavi che ci accolgano ci dondolino. E tra tutte le onde che possano venire, felici o amare, non ho mai sognato un mare così, come quello di questa notte…


Allunga la mano per sistemare un gruppo di capelli rossi caduti su una guancia. Lentamente, sale la sua carezza incontrando con la mano quella che in precedenza aveva cominciato le carezze. La pelirroja sorride, senza muoversi. Avverte due mani nei suoi capelli, due mani che tentano di trasmettere calma in quella notte strana, una notte strana nella quale il tempo è rimasto recluso in una bolla che chiuderà chissà quali segreti.


E tutti sappiamo che i segreti non hanno voce.

------------------------------------------------------------------------

Gracias por la traducción, L.

7.09.2007

Cerca, lejos... Tan cerca, casi... Muy lejos...

Abrázame, no te contengas, que ya me contendré yo, como siempre...

Qué espacio tan pequeño y tan grande entre ambos, apenas un palmo...

No dejes de mirarme, manten este puente, no me dejes bajar la vista por favor...

Tu pelo, tan suave...

Tu caricia y tu beso, inocentes, me devuelven la paz de meses y avivan la ansiedad dormida, que ahora habré de acunar nuevamente, a solas.

Te marchas, quién sabe hasta cuándo. Y todo queda igual.

--------------------------------------------------------------

¿Cuántas veces la timidez, la vergüenza de uno mismo, ha impedido cambiar una vida?

7.06.2007

Me imagino un viaje. Un viaje a algún lugar demasiado lejano como para verlo apresuradamente. Me imagino un viaje ligero, lento, encontrando todos aquellos colores que una vez nos robó el hormigón: verde rojo añil amarillo violeta. Colores que nos dejarán asombrados al ver que aún somos capaces de recordar.

Encontraremos a gente, nuevas personas de tiempos antiguos, enclaustradas en un nuevo y hermoso amanecer repetitivo que les conduce a algún destino cierto, más cierto que el nuestro, ahora, donde no somos capaces de sentir qué hay más allá de los límites de un futuro pequeño, plastificado, condicionado por los plazos de bancos y compañías de seguros...

----------------------------------

Lo mejor que me pasó en la vida fue conocerte. Encontrarte reclinado sobre el puesto de frutas, dando unas voces tremendas al tendero, que tampoco era mudo precisamente. Me pareció una estampa curiosa: un occidental, con sus pantalones surferos y gafas de sol, y un hindú, con turbante; los dos morenos, de ojos grandes aún más abiertos si cabe por tanta indignación, y colorados los rostros como tomates, con las venas del cuello a punto de estallar de tanto como estábais disfrutando con semejante trifulca.

Así que saqué la cámara de fotos y disparé. Aún recuerdo lo que me costó aguantar la risa al ver vuestra cara de sorpresa, súbitamente callados. Incluso llegué a bajar la cámara, azorada, tras unos instantes. Pagaste al tendero el precio de una manzana, ni más ni menos; él cogió el dinero con perfecta indiferencia, olvidando que apenas hacía unos segundos que podía haber estallado un conflicto internacional a base de tomatazos.

Te acercaste a mí, sonreíste y me dijiste "vamos". Eso fue todo.

Desde entonces te acompaño. Por una vez, no me planteé nada más. Ese fue, quizá, El Acierto.

7.05.2007

Improvisando: lo primero que llega a mi mente, a mis dedos...

---------------------------------------------------------------------------------------------------

Los abrazos quedan confiscados por un viento de verano pálido, seco, con arrugas, que evita con todas sus fuerzas que los cuerpos se unan, abrigándose del frío por estar a solas. El viento oye los rumores de deseos que nosotros desconocemos, incluso cuando somos quienes los emitimos. El viento agita desazones, impurezas en las manos para devastar un mundo de caricias ligeras, dulces como gotas de alegría que mojan pensamientos lejanos, caricias que debían regalarse antes y después de cada viaje al centro de otro mundo, caricias que no están donde debieran, que se han perdido sin siquiera partir.


El viento se esconde, frío, en las mañanas de estación, entre los trenes con retraso, en cada retazo de sueño que ondula tras la gente. "Aún es demasiado temprano", piensas. Pero cada momento puede ser tarde, si contamos que el pasado ya pasó, y que ahora no haces lo que, quizá, pudiste hacer ayer. El viento está ahí, enfriando corazones y memoria, adormeciendo voluntades de cambio que puedan truncar vidas rutinarias y amargadas. Es un viento traicionero, no es el viento que me dabas.

Ahora el viento sopla del sudeste. Es caprichoso y ligero, como arena de dunas. Se filtra entre sábanas para cubrir de amor el mundo, amable y contento. Sabe que ese es el camino y nos permite seguirlo. El viento del sudeste baila entre el asfalto, entre miradas ausentes que sabe volverán a ver en algún momento. El viento del sudeste espera, paciente, sin pararse a cavilar sobre opciones o deseos. Es un viento sabio, joven y viejo, maduro como un niño, ingenuo como adulto. Cada vez que respiro, agotada, él me recoge y me consuela, me abriga. Lo necesito, y lo sabe.


7.03.2007

¿Dónde?

---------------------------------

A un lugar fresco, donde no haya que pensar. Silencioso, sin voces incomprensibles y tediosas. Tranquilo, en compañía de gatos y libros. Asombrado y umbrío merced la gracia de las hojas de un gran árbol.

En mi compañía y en compañía de nadie. Sin oír mi propia voz retumbar dentro del cráneo, llamando fantasmas reales y no tanto. Encontrando la paz necesaria para desterrar un pasado demasiado forzado y rutina presente, que me permita decidir casi sin darme cuenta, que me devuelva la fuerza para enfrentar sin terrores lo que quiero en mi vida.

A veces se siente necesario reducir a polvo o a nada lo que es y ha sido, antes de volver a comenzar. Como una limpieza de espíritu, si es que eso existe, de manera que sea posible dejar en el arcén todo el lastre que se acumula en los bolsillos para poder seguir caminando.

¿Y hacia dónde?

No busco más lugar que ese en el que me pueda sentir tranquila, en casa. Da igual si es plantando mis dos pies sobre un determinado trozo de tierra, respirando agua en el agua como pez fingido, apoyándome en sonidos que desempolven mi humanidad, resguardada de tormentas en los brazos de alguien que, en ese instante, sea más fuerte que yo, o en las caricias que pueda regalar a otra persona o animal, hasta que se adormezca sintiéndose querido. Da igual si es uno o son todos, el caso es estar en casa.

En un lugar fresco, donde no haya que pensar.
Silencioso. Tranquilo. Asombrado y umbrío.

Como yo cuando olvido de qué hay que preocuparse.

---------------------------------

Es tarde, hora de dormir. Se me van cerrando los ojos, pero me siento alerta por dentro. No sé por qué.

Respirar hondo...



7.02.2007

Vuela esta canción
para ti, Lucía.
La más bella historia de amor
que tuve y tendré
es una carta de amor
que se lleva el viento,
pintada en mi voz,
a ninguna parte,
a ningún buzón.

No hay nada más bello
que lo que nunca he tenido;
nada más amado
que lo que perdí.
Perdóname si
hoy busco en la arena
una luna llena
que arañaba el mar.



Si alguna vez fui un ave de paso
lo olvidé p'anidar en tus brazos;
si alguna vez fui bello y fui bueno
fue enredado en tu cuello y tus senos.
Si alguna vez fui sabio en amores
lo aprendí de tus labios cantores.

Si alguna vez amé,
si algún día después de amar amé
fue por tu amor, Lucía.
Lucía...

Tus recuerdos son
cada día más dulces.
El olvido sólo se llevó la mitad.
Y tu sombra aún
se acuesta en mi cama con la oscuridad
entre mi almohada
y mi soledad.

- Joan Manuel Serrat -
Respirar hondo...

Leo lo escrito y soy incapaz de decir una palabra. Apenas te has ido y ya te echo de menos, como un estúpido, como si me hubieran quitado el regalo antes de abrirlo. Con esa sensación me quedo. Porque si no puedo estar tras esos ojos, saber qué esconde tu cabeza, es como si no tuviera nada habiendo podido tener todo.

Me falta tu compañía, la buena, la de saber que estamos cerca aunque no digamos nada. La de sentirnos libres para hablar si es necesario. O aunque no lo sea. Sin coartarse, sin compromisos banales, sin reglas externas que hacer propias. No quiero nada de esa basura, salvo a ti. Aquí. Aunque estés lejos, pero que estés a mi lado.

Apenas te has ido y ya te echo de menos.
Colores, colores, colores...

Nunca defrauda. Siempre hay millones de colores revoloteando en el ambiente. Y esta vez más que nunca: casi dos millones de colores. De ángeles, demonios, intocables diosas y dioses (¡ay los de ébano!), esperpentos, discrecciones, borracheras, risas, llantos, besos, abrazos, miradas de sorpresa, miradas que incitan, miradas abstraídas...

Millones de personas arremolinadas en el centro de Madrid, compartiendo el calor del aire y la festividad del día. Y yo, acompañada de tres muchachotes que me hicieron pasar una tarde bonita, a pesar de mis nervios por los reencuentros: Eva con su familia (¡esta Vicky ha sido todo un descubrimiento! perdón, Vicky no: Sinforosa Ambrosia), y María con su chica (Patricia: ¡encantada de conocerte!). Algún agobio que otro en Vázquez de Mella a la hora de moverse ("Aprenda el significado de "¡IMPOSIBLE, COÑO!" en diez cm2). Las tamboradas brasileñas en Hortaleza repartiendo alegrá en estado puro, mientras de los balcones nos arrojaban barreños de agua salvadores. Poca agua nos cayó, así que de madrugada no vino mal la -efímera- guerra de botellas de agua subiendo por Alcalá.

Un Orgullo tranquilo, de espectadora dentro de semejante locura risueña. Me quedo con ganas de más. De muchas cosas, dentro de lo que esta fiesta significa.