7.28.2006

- ¿Y me vas a echar de menos?
- Pshé... No sé yo...
- Jo, aunque sea ahora, podrías fingir un poco, ¿no? Tampoco cuesta tanto, digo yo.
- ¡Pero si sabes perfectamente cómo voy a estar!
- Bueno, pero no está de más que me digas si me vas a echar de menos. Al menos yo necesito oirlo.
- Pues sí, te voy a echar de menos. Mucho. ¿Ya? ¿feliz?
- No.
- Yo tampoco.
- ...
- ...


Se metió en su burbuja y se fue.

7.27.2006

Encima de la moto, deprisa, cogiendo las curvas con la misma intensidad que su enfado. "Este se va a cagar... a mí no me hace esto". Falta poco para llegar.

Última hora de la tarde, casi la hora de cierre de la tienda. No hay clientes dentro, sólo la mesa del fondo, la de la esquina, está ocupada. Un montón de carnets de buceadores, desordenados y esparcidos alrededor del ordenador. El único empleado que queda en ese momento está sentado ante la mesa, con aire ausente. El cuello levantado del polo le da un aire levemente chulesco, en un intento romántico e inútil por imitar a un verdadero marino. Anda con la cabeza en otro lado...

De repente oye un derrape en el garaje. Se detiene un motor. Nuestro motorista enfurecido entra en la tienda y da un portazo. Se detiene ante la mesa y apunta con el dedo: "Tú... tú... eres un tipo absurdo y baboso. ¡Es MÍO! ¿te enteras? ¡MIO! y no te consiento que me lo levantes"

Sin dar tiempo a reaccionar, aparta la mesa de un empujón y empotra contra la pared al boquiabierto "lobo de mar". Su cara enfadada respira por encima de las solapas levantadas. Se hace el silencio.

Brokeback divers: un beso violento sobre los labios de su presa. Por sorpresa.

Pero mayor es su sorpresa al ver que ese beso es correspondido, que unas manos le rodean la cintura y le aprietan contra él fuertemente. Pausa obligada para echar las cortinas metálicas. Y vuelve a ocurrir un encuentro de pasión violenta que les dirige al recinto de la piscina, donde la temperatura es mucho más elevada que en el resto del lugar. Rápidamente se arrancan las ropas sin dejar de besarse, de arañarse y apretar los cuerpos uno contra otro. Encuentro de pancitas buceadoras.

Nuestro motorista, jadeante, empuja al marino dentro de la piscina. Seguidamente, se arroja en pos de él. Le vuelve a acorralar, esta vez contra el borde de la piscina.

Y allí se consuma su amor.

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Dedicado a M., para que sea valiente y declare su apasionado amor a L.

(jijiji...)
La mente en blanco. Qué difícil es dejar la mente en blanco. Tan difícil como no dar un paso en un momento dado, o dar el adecuado en otro instante. Hablar o quedarse callado. Permanecer o salir corriendo.

Los ojos como platos. Es de noche. Todo en silencio (salvo los grillos). La cabeza bulle con mil imágenes y con ninguna, sin ninguna idea concreta. Un búho metido en la cama que no acierta a saber qué hacer. ¿Liberar la imaginación? Es necesario. Y después la mente en blanco.

Qué difícil es dejar la mente en blanco...

7.21.2006

Una fina lámina de cristal. Nada más. Y en sus extremos, los pilares del mundo. No debe romperse.

A cada lado, uno de vosotros, separados por unos pocos milímetros que impiden cualquier contacto. Salvo la mirada.

Y te mira fijamente. Tú te desnudas despacio, del todo. Te sientas en una silla y pasas a ser quien observa. Sentada, desnuda, quieta.

Tu objetivo sonríe, permanece en pie y comienza a desabrocharse la camisa. Muy despacio, sin alarde de provocación. La sencillez de quitar un botón tras otro. Muy despacio.

Continuas observando...



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Sí, María, hoy también tocaba ponerse "cochinona", como dirías tú. Pero para no resultar impúdica terminaré esta historia en mi cabeza, que no quiero sensibilidades ofendidas...

7.20.2006

"My head lies to my heart
and my heart it still believes
It seems the ones who love us
are the ones that we deceive"


Dualidades. Extremos.
Un diálogo constante. A veces se gritan, a veces el silencio es agobiante.

A algunos no nos sirve la correcta diplomacia del gris.

Y al final, ¿quién es el engañado?

7.14.2006

Tic, tac, tic, tac. El tiempo es relativo. No por ciencia alguna, sino por lo que vas viviendo, lo que se cuela en tu cabeza y hace que las horas pasen más o menos rápidas, que las ausencias sean o no palpables. Vivencias plantadas en maceteros altos, risueños y agradables. Tiempo que te asienta, te calma y te aturulla, para hacerte pelear contigo, para que termines recuperando lo que eres sin perderte demasiado en otra persona. Vaivenes que descolocan en medio de la soledad.

7.09.2006

Si alguien pudiera ver a través de los muros, no sería poco habitual que pudiera verle encogido, con las piernas sujetas y cubierto con cojines o alguna manta, encerrado en su habitación. Es una forma infantil, pero efectiva, de buscar seguridad cuando te sientes solo y el abrazo adecuado no está cerca.

Si alguien pudiera ver a través de piel, músculos y huesos, encontraría las ruinas de su coraza esparcidas alrededor de él mismo, desnudo y asustado.

¿Y mientras tanto, qué hay fuera? El equilibrio que se tambalea, que no aguanta sostenido por su cuerpo. A veces la duda y una culpa mal entendida pueden hacer más daño del que se espera.
¿Hasta qué punto los demás pueden confiar en su sinceridad?

Es cuestión de fe. Y la fe no es posible controlarla.

7.07.2006

Oh, simple thing, where have you gone?

Va pasando el tiempo, voy aprendiendo, peleando, descubriendo, me divierto, me llevo decepciones, aplico experiencias, me sorprendo...

No soy ni joven ni vieja. Todo depende. Dentro de mi inseguridad hay algo que tengo claro: no busco genialidades, no quiero "cosas" excepcionales, no me atrae la grandeza ambiciosa.

And if you have a minute why don't we go,
Talk about it somewhere only we know?
This could be the end of everything.
So why don't we go, somewhere only we know,
Somewhere only we know.


Por ahora sólo sé que lo que necesito se describe con una palabra: sencillo.

I don't wanna be adored
Don't wanna be first in line
Or make myself heard
I'd like to bring a little light
To shine a light on your life
To make you feel loved


Sin que por eso deje de ser maravilloso. Extraño y especial.

No, don't wanna be the only one you know

Único.

I wanna be the place you call home

7.05.2006

Me miro las uñas, posadas sobre el teclado: tan cortitas como siempre, pero pintadas de granate oscuro. No me disgustan en absoluto, alguna ventaja tiene lo de ser pianista (dedos largos, nudillos salientes). A falta de pequeños retoques, me siento presumida. Toca lucir ombligo, cintura y uñas de casi-mala-mujer.

Nuevo repertorio, nuevos planes para intentar un nuevo rumbo después del fallo. Ahora no toca corte de pelo (quiero mi melena de leoncito), pero sí ponerme morena. Necesito sentirme guapa, gustarme y gustar. Aunque no lo termine consiguiendo, por lo menos intentarlo, como terapia para vencer a la vergüenza, para no meterme en mi agujerillo de siempre.

¿Y loca? Pues sí, un poco. Creo que siempre lo he estado, más o menos escondida detrás de mi aparente sensatez. Pero es lo que hay. Si no, no sería yo.

Hale, a la ducha, a inventarme historias. Y esta tarde a comprarme la tobillera de cada verano.

7.02.2006

Intento meterme en tu cabeza... intento salir de la mía...

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Se ha hecho otra vez de día, y apenas entra luz por las rendijas de la persiana. La ventana se quedó abierta anoche, entra el aire del mar. Debe ser muy temprano: el silencio aún rodea lo que nos queda de sueño.

Cierro los ojos, me quedo muy quieta. Te siento respirar a mi lado y no me atrevo a despertarte. Poco a poco voy acumulando el valor suficiente para apenas deslizarme bajo el batiburrillo de sábanas que me has dejado. Y, de lado, me incorporo despacio para observarte.

Tumbado de espaldas a mí, semidesnudo. Hubiera sido estúpido intentar contener la sonrisa al verte: tanta belleza durmiendo, confiada, a una distancia inexistente. En ese instante decido instaurar una tradición por la que cada vez que te tenga así pueda posar un beso ligero en tu hombro. Adoro tus hombros, y quiero dejar en ellos un sello invisible.

Se me viene a la cabeza la posibilidad de hacerte volver a la vigilia entre sueños, dando labios, lengua, y saliva a alguna fantasía perdida, de esas que se pasean discretas en nuestra cabeza. Otra sonrisa, momento de indecisión... Pero no: ahora seré yo la que controle las sábanas, la que te robe algún gemido antes siquiera de que abras los ojos.

"Buenos días..."

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