2.26.2007

He salido de trabajar corriendo, como siempre. He atravesado el nudo de Manoteras a toda prisa, deseando llegar a la parada del bus, por si había suerte y conseguía coger el tren de menos diez. Enfurruñada, he subido al de y veinte, media hora más tarde, pensando que a esas horas ya casi podría haber estado en casa.

(Levanto la vista mientras escribo esto y veo un atardecer oscuro, precioso, sobre los encinares de El Pardo, con Venus en el cielo, dejando pequeñas las luces de la ciudad.)

He subido al tren y me he sentado. Frente a mí, una mujer se había quedado dormida y, cabeceando, estaba a punto de caer al pasillo. Me he inclinado hacia ella tocándola suavemente en el brazo para no asustarla. "Se va a caer...". Ha despertado y me ha mirado, desorientada. Era una mirada tremendamente triste. Ha preguntado dónde estábamos. "Ramón y Cajal", ha contestado mi compañero de asiento. Al llegar a Pitis ella se ha levantado. Con su cara triste, sus ojos idos, me ha sonreído; le faltaban dientes. "Gracias señorita". Me ha acariciado la mejilla despacio, con ternura. Aún siento esa caricia, y el nudo en la garganta al saber que esos ojos azules, tan tristes, bajaban del tren buscando algo que ponerse.

Al ver su piel, su mirada, me he dado cuenta de que era drogadicta, y he sentido una punzada de rechazo que me avergüenza.

Más aún después del gesto de ella.

Qué preciosa caricia.
Qué bonita ella al darla.
Y qué triste.

Qué vergüenza.
Y qué pena.

Gracias por la lección y por dejarme la sonrisa en la cara mientras te miraba acariciarme.

2.25.2007

Siguiendo un buen consejo, me he puesto la bata encima del pijama y he salido al jardín cuando ya era de noche, igual que hago en verano. Suelo salir a mirar el cielo. Me siento, a solas, en medio del jardín y miro hacia arriba. Las estrellas y la luna suelen estar muy tranquilas ahí arriba; a veces titilan como locas, allá lejos, como si estuvieran de fiesta. Pero lo habitual es que estén en calma.

Esta noche, aunque había nubes que se deslizaban a toda prisa, el cielo estaba claro. Media luna brillaba justo sobre mi cabeza, coronando Orión, con su Betelgeuse luciendo un precioso naranja. A un lado y a otro movía la cabeza despacio. Es una delicia estar ahí fuera, simplemente mirando. El aire era frío, aún de invierno. No olía ni a nieve ni a lluvia. Me golpeaba la frente y me aliviaba. Durante unos instantes he girado la cabeza para enfrentarme al viento, que enfriara mi mente. He respirado hondo sin perder de vista la luna. Sin saber bien por qué, he pensado en mirar el cielo así, como estaba mirándolo, en una playa, muy lejos de aquí, con Adrián a mi lado. He pensado en varios sitios, mirando el cielo a medida que recorríamos el mundo, sin más objetivo que mirar el cielo cada noche en un lugar distinto, acompañando a la luna. Y siempre con él.

Me he sentido en casa y me han entrado ganas de sonreir.

2.24.2007

Bueno... Llego a casa y me encuentro un PEDAZO DE DIBUJO hecho por Rafa a partir de una foto que le he enviado. Estoy flipadísima con él. No pongo el dibujo aquí (aún) para que os pique la curiosidad y pinchéis en el siguiente enlace...


¡Mil gracias, Rafa!

2.22.2007

La vida sigue ahí, y no se para entre estación y estación de tren, o cuando corro para coger el autobús. No debo dejar mi tranquilidad encerrada en la habitación, esperando recuperarla cuando vuelva; no debo permitir que el pánico se adueñe en el momento menos oportuno; no debo desconectarme para ser un autómata en las horas de viaje.

Cada instante es el destino al que hay que dirigirse para vivir. Soy capaz de entender que eso es lo correcto. Y sé que, de entre todos esos momentos que componen una vida, hay algunos que sirven para darte aire con que seguir respirando en los momentos de angustia (como las llamadas a primera hora de la mañana, o una charla a las once de la noche al salir de clase, o un "yo también quiero verte" arriesgado desde el trabajo).

Llega el fin de semana; sé que cogeré aire, procuraré descansar para abordar la semana que viene. Y sobre todo, espero tener el abrazo que necesito. El que quiero. A quien quiero. Aunque sea tan poquito tiempo.

2.21.2007

Han vuelto a florecer las mimosas. Para no variar, siempre me sorprenden, año tras año. Pienso que las encontraré en marzo, bien avanzado, y sin embargo aún no ha acabado febrero y ya están aquí.

Huelen dulce. Nunca confundiría un olor tan amable. Tienen la ternura de envolverte cuando no te lo esperas. Cuando aún hace frío. Cuando esperas un tren mirando la luna en el cielo que permanece claro. En ese momento te detienes y alzas la mirada, buscando, como si fuera el instante previo al reencuentro con un amigo ausente por muchos años, o con el abrazo de un amor que sientes no merecer.


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La gente escribe. Escribe libros, muchos libros. Será que la gente tiene cosas que decir. O quizá sea sólo la necesidad de sentir que se comunican con alguien, aunque sea a través de unas líneas que puede no entiendan ni siquiera ellos. Todo sea por vencer esta sensación de soledad que, a veces, abruma.

Y es que creo acostumbrarme. A eso le uno el pánico. A eso le uno que no sé gritar. A eso le uno sentir que me explota de amor el pecho y lo único que consigo es silencio por fuera, hermetismo; y por dentro, el alma hecha trizas por ser incapaz de darlo en todo lo grande y hermoso que puede llegar a ser.

2.19.2007

Está triste, y no quiere estarlo porque le da miedo volver a caer.

Si cae, tendrá que esforzarse por levantarse (una vez más), y le aterra que en ese proceso pueda irse quien ama.

Algo dentro se rebela contra el hecho de ser una más, de esa inmensa mayoría. No pretende ser especial, simplemente, vivir en paz consigo misma.

Y todo apunta a que será parte de todos. Ante eso, debería cambiar su forma de pensar. Eso se ha planteado, aunque le cuesta rendirse a ello.

Hay demasiado miedo en su cuerpo.

Demasiado cansancio en su mente.

Pero es difícil dejar de pensar.

Y aún no ha aprendido a gritar.

Ayúdame.

2.18.2007

No a la negación. No a pensar. Entrar en una rutina "salvadora".

Anoche me vi como un saco vacío. No entraré en detalles. Escuché en voz alta un análisis que yo llevo tiempo haciéndome; fue como confirmar eso: que soy un saco vacío.

Salí de casa. Llegué al lado de mi medio-todo. Consiguió que llorase sin contenerme. Él no me ve como un saco vacío.

Y aunque yo aún no entienda por qué quiere estar a mi lado, qué es eso mío que dice que le hace feliz, sé que quiero que siga a mi lado, que esté conmigo toda la vida, a ser posible. Porque esa decisión que tomé en su momento y que me llevó a quererle a él fue el mayor acierto en 28 años.

Hoy tengo la cabeza muy cansada. Pero dentro de lo perdida que estoy, hay algo que está claro: quiero que él me quiera, quiero hacerle feliz. Y para eso tengo que cambiar.

Tiempo. Rutina. "Abrigarse". No a la negación.
Tengo conmigo al mejor chico de la tierra.
Del mundo mundial.
Del Universo.


Y punto pelota.

2.16.2007

Mucho sueño, muchas vueltas a la cabeza, vuelta a los lexatines (hoy el último; mañana cura de sueño), mucha pelea conmigo misma, entre ¿estar agradecida? y mi inconformismo laboral (eso de ser un borrego más me cabrea; no me vale lo de "mal de muchos, consuelo de tontos).

Valoro lo que tengo. Mucho. Tengo pánico a perder lo que me importa, que en estos momentos es mucho, como ya digo. Pero tampoco quiero acobardarme y conformarme con determinadas cosas. Supongo que es cuestión de tiempo, de paciencia, de centrar mi cabeza en lo que me importa y no apalancarme.

A veces pienso que la gente que sólo tiene una opción, siendo esta opción no-mala, tiene suerte. Tener la cabeza dividida en posibles caminos, siendo todos inciertos y ninguno APASIONANTE, es agotador. Y frustrante.

A lo mejor es verdad que tengo la cabeza llena de pájaros. O quizá debiera irme a vivir a un pueblo a cultivar un huerto, tener gallinas, poder seguir con aficiones, tener tiempo para estudiar. Y tiempo para estar / querer a mi gente. Porque ganas no me faltan.

2.12.2007

Que digo yo que... cuando te da un pequeño ataque de angustia en el trabajo (y tienes que poner cara de póker) por el propio trabajo (que NO ME GUSTAAAAAAAA!!!!!!!), en el camino de vuelta piensas en la opción beca_doctorado(35h/semana)+preparar(again)oposición_de_música como un camnino muy apetecible, llegas a casa y te lanzas directa al piano porque ves que si no la música se quedará en el tintero (NO QUIERO ESO), lees el mail de una amiga que es un cerebrito y que está en paro pero sigue intentándolo con las opos, planteas la opción que venías pensando por el camino a tu pareja y te apoya, pues...

¡¡¡POR DIOS QUE ME DEN LA BECA DE DOCTORADO YA!!!

...........paciencia paciencia paciencia paciencia paciencia...........

2.11.2007

Pasar un domingo a solas en casa no es bueno, no. Se piensa demasiado y una se acelera.

Fin de semana recomponiéndome de la gripe, felizmente acompañada. Y atreviéndome a sentarme delante del piano para seguir inventando música, la que se me iba ocurriendo, sin pensar en reglas armónicas, melódicas ni gaitas. Sobran reglas en mi vida.

Voy a hacer la cena...

2.10.2007

Dormir la siesta oliendo la sábana en la que ha dormido él esa noche, a mi lado, me tranquiliza y me hace sonreir.

Sentir el contacto de sus piernas, o cómo te abraza, y seguir durmiendo los dos, en calma, es lo increíble hecho realidad.

Leer "futuro" en otras palabras, esas que regala al hablar, es la alegría en toda su pureza.

Me descubro haciendo cosas en pareja de las que estaba convencida que era incapaz de hacer. ¡Y me hace muy, muy, muy feliiiiiiiiiiiiiiz!

2.07.2007

Te miro aunque no te tenga delante. Te observo despacio y me veo reflejada en lo que un día me hiciste sentir de manera involuntaria. En medio de la fiebre y del dolor que siento en el cuerpo, vienen como relámpagos imágenes de lo que no fue, de lo que no existió, perdido en cápsulas de aire enrarecido. Te miro, y entiendo que podrías haber sido grande, muy grande dentro de este cuerpo mío, tan pequeño.

2.05.2007

Pocha again. Qué le vamos a hacer. Lo malo es que ahora tocan 9 horas de curro y 3 de viaje cada día. Por dios, que llegue ya el fin de semana.

Este finde pasado estuve en Burgos. Lo pasé bien (muy, muy bien en determinados momentos). Feliz.

Y como la tos, los mocos y demás "amiguetes" me tienen más atontada de lo normal, por ahora dejo de escribir. A ver si se me ocurre algo más interesante que poner, porque anda que...