11.28.2006

A veces busco perderme en el silencio que hay bajo el agua, mirando a ninguna parte a mi alrededor, buscando algo o a alguien, perdida en mi pecera. El tiempo deja de importar, quedo suspendida en una ensoñación, en una imagen: tranquila por ser irreal, inquieta por no perder del todo el contacto con la realidad.

Tenías razón: es una buena forma de escapar. De tocar fondo sin hundirse. De arroparse con la arena y la sal.



11.27.2006

Ya estoy de villancicos hasta el gorro. Toda la semana cantando villancicos con los enanos, intentando que den una palmada todos juntos, ensayando los que tengo que acompañar y ahora reduciendo las voces de otro para poder tocarlo. Aún no ha empezado diciembre y tela con el fum, fum, fum... Pero bueno, es parte del trabajo. Noto que cuando salgo y desconecto me vuelve a hacer ilusión que empiece diciembre.

Consumismo aparte, qué bien que falte tan poquito para las Navidades...

11.25.2006

Me apetece hacer snow.

Me apetece bucear.

Y no sólo porque me gusten ambas cosas con locura.





11.23.2006

Hay momentos únicos. Frases únicas. Fotos únicas. Caricias únicas. Y por más que puedan repetirse después, es imposible que vuelva el motivo que hizo que surgieran.

Eso sí que es único.


11.22.2006

Pues no sé por qué, pero me da por escribir aquí que estoy enamorada hasta las orejas.
Punto pelota.


Y es que normalmente me cuesta mucho sacar sin vergüenza ante los demás lo que siento. Pero ahora mismo, de repente, he decidido que tenía que ponerlo aquí. Sin más. Necesitaba hacerlo.

Entiendo de miedos, de dudas. De problemas. De esas cosas sé un rato. Pero de "esto" no sabía tanto, y me pilla un poco de sorpresa. A pesar de los choques y contradicciones conmigo misma, me gusta sentirme así. Mucho. Me encanta.

Estas líneas no tienen mucho sentido... Me da igual.

Si hay dudas o miedo es tan fácil y tan difícil como hacer balance y decidir.

Y sigo pensando que la decisión está siendo muy buena.

"I can't close my eyes without seeing that look in your eyes..."



11.19.2006

Precioso fin de semana.

Si hubiera que resumirlo: felicidad "mano sobre mano".


(María, sigo con mi miedo, pero también con lo que me dices en la cabeza. Si es bueno, ¿por qué no merecerlo?)

11.18.2006

Vale, ya van dejando de ser tan fuertes los latidos...

Esta noche he hablado un rato con una persona que atraviesa un momento complicado. La charla no ha podido ser muy larga, media hora apenas, pero ella dice que se ha animado algo. Cuando cuelgo, me doy cuenta de que en cierto tema hoy tengo una experiencia que no me esperaba, y con la que puedo ayudar. Distintas personas me plantean distintas situaciones; algunas que me afectan directamente, otras no. Y, hasta el momento, a todas he podido buscarle salida.

Me miro al espejo. Me observo el rostro. El pelo aún corto, pero algo más largo desde el verano; la cara delgada (toda yo algo más delgada, y poco a poco más fuerte); los pómulos quizá más marcados; los ojos creo que no han cambiado. O sí: llevan meses con pocos nublados.

Hoy he vuelto a casa cantando mientras conducía, con la sonrisa puesta, imposible de quitar. Una sensación de felicidad brutal. Podía con todo. Nunca hubiera imaginado que uno pudiera sentirse así.

Y, en medio de todo esto, hay algunas palabras que te hacen ver que, a pesar de lo que he aprendido y de lo fuerte que haya podido volverme, hay situaciones que me asustan, descubro o recuerdo qué podría hacerme daño. Y entonces entiendo que si es para mal, prefiero no volver a verte. Dejar a un lado la esperanza de estar cara a cara, pero no para hacernos daño, sino para lo contrario. ¿Un abrazo? Quizá sea momento de renunciar a él. Definitivamente.

Y sabes que lo que siempre, siempre ha sido cierto es que te deseo lo mejor.

Siempre.


"Habrá otras vidas para reecontrarte,
habrá caminos para ir a buscarte.
Yo te deseo lo mejor."






11.17.2006

Entre Frida, Salma y Julieta, cada día me gustan más las mujeres mejicanas... Sin olvidarme de Chavela.

De que me sirve esto,
lo que tu me diste yo no lo recuerdo..
de que me sirve esto,
nada puedo hacer con lo que estas diciendo.

si al final todo ha quedado en promesas, nada mas
toda entera nuestra historia en un suspiro, nada mas
de que me sirve saber y encontrarte ahora,
yo ya no te quiero.

la vida nos ha desmostrado
que el paso del tiempo esta de mi lado;
yo que pensaba que te perdia a ti
ahora ya lo entiendo, tu me perdiste a mi.

de que me sirve eso, que mi amor te hizo empezar de nuevo
si al final todo ha quedado en promesas nada mas,
toda entera nuestra historia en un suspiro nada mas
de que me sirve saber y encontrarte ahora,
yo ya no te quiero

la vida nos ha desmostrado
que el paso del tiempo esta de mi lado;
yo que pensaba que te perdia a ti
ahora ya lo entiendo, tu me perdiste a mi.
yo que pensaba que te perdia a ti
ahora ya lo entiendo, tu me perdiste a mi.
ahora ya lo entiendo, tu me perdiste a mi.
ahora ya lo entiendo, tu me perdiste a mi


Julieta Venegas - "De qué me sirve"

11.15.2006

Recreando (a tijeretazos) una conversación:

- ¿Y por lo demás, todo bien?
- Pozi. Me resulta taaaaan raro...
- Pues que no te resulte tan raro, que así tiene que ser.

Básicamente eso. Gracias por los buenos deseos. Aún hoy me cuesta creerlo, es como un sueño que tuviera entre las manos y pudiera escaparse en cualquier momento; por eso a veces me entra el miedo.

Como dije en esa charla: "que dure, que dure..."

11.14.2006

Se me ocurren mil formas de terminar la historia del maquillaje, pero no sé por qué, cierto pudor me impide escribir más cuando sé que después daré al botón de "publicar". Quizá sea un miedo tonto al "qué dirán".

Por ahora, intentaré terminar la historia a solas, mi ordenador y yo. Después, ya veremos si me atrevo a compartirla.

11.10.2006

(III)

Le mira. Ladea la cabeza, curiosa. Con el dedo índice comienza a repasar las líneas de su cara, corriendo el maquillaje. Aprieta el dedo sobre los labios, no se preocupa de si hace o no daño, sólo de la línea roja que le cruza la cara. Parece absorta mirando esa línea que llega hasta la oreja; la observa con la boca entreabierta, sin pestañear.

Él está asombrado.

A horcajadas, la muchacha se sienta sobre sus rodillas. Posa las palmas de las manos sobre la cara manchada con un gesto suave, apenas aprieta. Lleva las manos de él, ahora también cargadas de blanco, a su propio rostro. Cierra los ojos recreándose en el contacto. Y comienza un regalo de caricias ajenas que ella misma controla.

11.07.2006

(II)

Él se deja hacer. No dice nada. Con gestos rápidos y profesionales, la muchacha le cubre el rostro con pintura blanca. No se da cuenta, pero acerca mucho su cara a la de él para ver con más detalle. Lleva una camisa ancha, de rayas blancas y azules, que deja al descubierto sus hombros. Dos pechos pequeños apuntan bajo la tela; él rehuye la vista, algo cohibido: el cuello desbocado de la camisa no es que oculte demasiado precisamente.

En el camerino el aire es sofocante, las luces dan calor, y la presencia de la chica no ayuda a relajar la respiración. Debajo del maquillaje nuestro desabrido actor comienza a sudar. Ella suelta un pequeño gruñido, le coge fuerte de la mandíbula y se queda mirándole: se da cuenta de la situación, del nerviosismo de él, y de que es ella quien manda.

11.03.2006

Otra historia prometida. Esta vez por partes.

(I)

La ventana da a un muro. No se puede abrir el cristal. La habitación sólo está iluminada por las bombillas del espejo. Una mesa con varios frascos, cajas y latas de maquillaje. Algún trapo para limpiarse la cara. Una silla donde espera sentado un actor.

Es un hombre flaco, de pelo corto y muy negro. Aún no ha terminado de vestirse, por la pereza que da terminar de abrochar los botones de la camisa. Permanece callado y quieto, sin esperar nada ni a nadie.

Se abre la puerta del camerino; él ni siquiera levanta la cabeza. Escucha unos pasos cortos, rápidos, caminando de un lado a otro. No ha habido ningún saludo. De repente los pasos se paran ante él y una mano firme y pequeña le obliga a mirar: es la maquilladora. Una chica joven que no lleva ni pizca de maquillaje, de gesto adusto. Sin mediar palabra, coge la esponja y comienza su trabajo sobre él.

11.02.2006

Me llaman para una oferta de trabajo: buscan ingeniero de teleco para soporte de ventas. Y yo pienso "cómo anda el patio..."

Me apetece desconectar. La verdad es que este sería un buen fin de semana para escaparse al mar a bucear (a Jávea, por ejemplo, je...) y olvidarse un poco de Madrid.

Otra muy buena opción sería perderse en una montaña enorme, llena de nieve, para aprender bien a hacer snow.


O ir a conocer tranquilamente alguna ciudad a la que tengo ganas, como Sevilla (4 horas se hicieron cortas) o León (esa catedral...)

Por no hablar de esconderse algunos días en Madrigal, ya sea en casa o dando algún paseo. Con las últimas lluvias la garganta debe estar preciosa, el campo reverdecido, las plantas y las piedras limpias, oliendo el aire a robles, frutales y zarzas. Allí es temporada de setas y castañas; esta semana, la de Los Santos, toca hacer "calvotá".

Son bastantes opciones. La que toca para este finde es celebrar un cumpleaños, y esa es bien bonita. Porque aunque todas las que he dicho valen mucho por sí mismas, se quedan pobres si no son en compañía.

11.01.2006

De repente, me acuerdo de ayer por la tarde, antes de empezar la clase con uno de los grupos de cinco años. Algunos y algunas venían disfrazados: trajes de bruja, caras pintarrajeadas.

Y me viene a la cabeza Lucía. Una niña pequeña, con ojos oscuros y una cara que no te cansas de mirar: es capaz de reflejar toda la inocencia y la alegría del mundo sin darse cuenta. Me contaba, muy contenta, que después de la clase iría a casa a disfrazarse de bruja, que su abuelo estaba allí y la esperaba mientras picaba champiñones.

Mientras yo estaba sentada en el suelo, rodeada por tres o cuatro pequeñajos más a los que preguntaba qué iban a hacer esa noche, Lucía se sentó entre mis piernas y apoyó en mi su espalda: la reina de la clase. Le pasé el brazo por delante, como un abrazo que protege. Y la niña allí se quedó, conmigo, tranquila y a gusto.

Pero más a gusto estaba yo. Me doy cuenta de que me quedo tranquila cuando veo que puedo proteger a alguien o darle calma.

Aunque no lo vayas a leer nunca, gracias Lucía.
Tanto hablar de fragilidad, he aquí un reflejo de ella:


Amor, amor
que está herido.
Herido de amor huido;
herido,
muerto de amor.
Decid a todos que ha sido
el ruiseñor.

Bisturí de cuatro filos,
garganta rota y olvido.
Cógeme la mano, amor,
que vengo muy mal herido,
herido de amor huido,
¡herido!,
¡muerto de amor!


F. G. Lorca - "Herido de amor"
Anoche: concierto en el Auditorio. Tocaban el Requiem de Mozart, y aunque hubiera hecho una traqueotomía al tenor y a alguno/a más, la carne de gallina y alguna lagrimilla no faltaron.

Después: visita a una fiesta de Halloween (aunque a mí el invento americano este...) en casa de un chico muy majete. Rato agradable y de vuelta.

No podía con mi alma. El primer tramo no conduje yo; pero el segundo, una vez sola, sí. Y no me gustó ver borroso el velocímetro. El sueño cada vez me da más miedo, pero no sé por qué soy tan cafre de pensar que mi cuerpo y mente aguantan más de lo que en realidad pueden.

Al llegar, la reprimenda (merecida) al enterarse quien me esperaba despierto, y esta mañana amenaza de tollinas por lo mismo, de parte de otra persona.

Preocupación. Pasan los días, y cualquiera de ellos puede ser el último. Esa idea me ronda la cabeza demasiado a menudo últimamente; debe ser que aún estoy "frágil" (=tonta), y me da miedo. Cuando aparece me doy cuenta de la necesidad de aprovechar mejor el tiempo con la gente que me importa. Algunos no están "presentes" en mi vida y me da pena; otros sí, pero siento que necesito estar más con ellos. Como si tuviera prisa.

Escribo esto y también me da miedo. Soy supersticiosa y la palabra "premonición" no me gusta.

Voy a escuchar música, a ver si se queda vacía mi cabeza. La "lacrimosa", para llorar por algo.