11.18.2006

Vale, ya van dejando de ser tan fuertes los latidos...

Esta noche he hablado un rato con una persona que atraviesa un momento complicado. La charla no ha podido ser muy larga, media hora apenas, pero ella dice que se ha animado algo. Cuando cuelgo, me doy cuenta de que en cierto tema hoy tengo una experiencia que no me esperaba, y con la que puedo ayudar. Distintas personas me plantean distintas situaciones; algunas que me afectan directamente, otras no. Y, hasta el momento, a todas he podido buscarle salida.

Me miro al espejo. Me observo el rostro. El pelo aún corto, pero algo más largo desde el verano; la cara delgada (toda yo algo más delgada, y poco a poco más fuerte); los pómulos quizá más marcados; los ojos creo que no han cambiado. O sí: llevan meses con pocos nublados.

Hoy he vuelto a casa cantando mientras conducía, con la sonrisa puesta, imposible de quitar. Una sensación de felicidad brutal. Podía con todo. Nunca hubiera imaginado que uno pudiera sentirse así.

Y, en medio de todo esto, hay algunas palabras que te hacen ver que, a pesar de lo que he aprendido y de lo fuerte que haya podido volverme, hay situaciones que me asustan, descubro o recuerdo qué podría hacerme daño. Y entonces entiendo que si es para mal, prefiero no volver a verte. Dejar a un lado la esperanza de estar cara a cara, pero no para hacernos daño, sino para lo contrario. ¿Un abrazo? Quizá sea momento de renunciar a él. Definitivamente.

Y sabes que lo que siempre, siempre ha sido cierto es que te deseo lo mejor.

Siempre.


"Habrá otras vidas para reecontrarte,
habrá caminos para ir a buscarte.
Yo te deseo lo mejor."






2 comentarios:

Anónimo dijo...

A ver... me siento (por no variar) bastante identificada con lo que escribes.
Pero, Patri, jamía, es que me has matao con este pedazo foto.¡Guapa! ¡Guapísimaaaaa!
Un besazo.

Patricia dijo...

jiji... gracias Eva :)

Besitos!!!