12.27.2006

Habíamos estado hablando toda la tarde, riendo, como siempre, observándonos de refilón. Hacía frío en la calle y comenzaba a llover cuando empezamos a caminar de vuelta a casa, una acompañando a la otra; pero las risas nerviosas, saltitos y otras tonterías fueron elementos suficientes para entrar en calor.

Llegamos al portal. “Estás helada. ¿Subes y te tomas un café?”. Contesté alguna excusa remolona que se diluyó casi inmediatamente. “Anda déjate de gilipolleces”, y me arrastró (feliz) al ascensor.

Llegamos al rellano, una en silencio, la otra silbando mientras sacaba las llaves y abría la puerta. Entré tras ella, y al cerrar, volvió la sensación acogedora, y el olor que me hacía no querer irme de allí. Dejé el abrigo con timidez sobre una silla del salón y fui a la cocina a ayudar con el café y más bromas. La encontré esperando a que se calentase el agua, apoyada en el quicio de la puerta, regalando su sonrisa: la cara seria, los ojos riendo. "¿Quieres una cerveza mejor que un café?" "Nooooo....". Unos segundos en silencio, cerca, mirándonos, reconociendo la situación. Y no pude evitarlo: sujeté su cara firme y suavemente con las dos manos. La besé. Un beso simple, incluso torpe. Sólo porque necesitaba sentirla cerca.

Algo aturdida, aparté la cara. Sólo la cara. No podía irme más lejos. "Tienes como cera en los labios...", me dijo. "Ehm... sí, algo así..." Por un momento me pareció no ser yo la única muerta de nervios y timidez. Con el dedo, intenté una caricia suave para limpiar el cacao de su boca. "Ya está..." Y entonces ella me devolvió dos besos pequeños, lentos, en los que hubiera detenido el tiempo esa noche.

El agua hirviendo nos devolvió a la realidad. Ella corrió al fuego para que no se derramara, yo volví al salón. Y, como una tonta, sólo podía pensar "mierda, parezco una cría... podría haberlo hecho mejor..."


(Esta nueva ida de olla va por ti, María)

1 comentario:

.María. dijo...

El día 25 de Diciembre dejé a la mitad de mi familia en la mesa. Yo sobrevolaba Madrid alrededor de las 16 horas. Pensé "qué grande que es esta ciudad,incluso desde arriba" Al segundo sonreí pensando que a ti sí que se te vería pequeñita desde esas alturas.
"Fíjate -me dije- tan tremenda que es la ciudad de Madrid y que a mi sólo me importe de ella una persona tan chiquitita"

Siento la ausencia de estos días.
¿Te he dicho alguna vez...? Sí, te lo he dicho.