12.21.2006

Parecerá una chorrada navideña más, pero me da igual, mira tú.

Todos los años suele llegar diciembre y, de la manera más tonta, se genera una sonrisa suave en mi cara. Me resulta un mes acogedor, supongo que por los buenos recuerdos de la infancia: nochebuena con los abuelos, navidad con la sopa de gambitas, el día de los inocentes recortando millones de muñecotes y carteles con mensajes tontorrones, nochevieja en casa de la abuela (¡montones de personas!), ¡los Reyes! (incursiones nocturnas al salón con Alvaro e Isma), mi cumple...

Han cambiado mucho las cosas. La gente esencial (mi familia más cercana) sigue estando aquí conmigo, y espero que eso dure muchos años. Otra gente ha ido entrando y saliendo de mi vida, de mejor o peor manera. Supongo que es lo normal.

Este año se presenta un diciembre tranquilo, con gente que he conocido este año y que se ha vuelto bastante cercana; con una personita pequeña y nueva a la que cada día queremos más en casa. Pero sobre todo, es el Primer Diciembre.

¡Felices Fiestas a todos!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo es el primer diciembre que, estando con mi familia me siento fuera de casa.
No me gusta la navidad, pero hay cachitos de ella que me vuelven loca: las luces del árbol de casa de mis papis, los coquitos que hace mi yaya, la lotería (y el mogollón de salud que tengo) y su cumpleaños.
Me alegro de ver que andas feliz y contenta.
Un besazo, cielete.