6.11.2007

Hoy, en los ojos azules de una pelirroja preciosa que marchaba en pocas horas de vuelta a su país he encontrado la posibilidad increíble de un nuevo horizonte. En su abrazo de despedida al amigo que quedaba aquí, lejos de lo que él realmente necesita en estos momentos, me he sentido espectadora de un amor verdadero que se fortalecía a pesar de la distancia inminente. En la torpeza mutua ante la formalidad de los dos besos, he tenido la suerte de recibir otro abrazo: el de ella, alegre, fuerte y próximo, sin ningún reparo entre medias.

Al bajar una escalera, he mirado las espaldas de la nostalgia contenida, silenciosa y seria, tras unas gafas de piloto. Al regresar al trabajo, he buscado tonterías para animar y distraer a un amigo. Tras una tarde incómoda y agobiante ante el ordenador, (con la burbuja de mi amor aislada durante una hora en mis oídos, dándome aire) al meterme en la ducha descubro todo esto. Y cuando se lo digo a quien creo que necesitaba oírlo, me encuentro con todo un regalo como respuesta: "eres una de las personas más bellas que he conocido en el último año; espero poder abrazarte un día como hoy la he abrazado a ella, y sentirme como en casa, en calma."

A la mierda el trabajo.

Hoy he tenido muchos regalos bonitos. Ha sido un gran día.

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