7.02.2007

Colores, colores, colores...

Nunca defrauda. Siempre hay millones de colores revoloteando en el ambiente. Y esta vez más que nunca: casi dos millones de colores. De ángeles, demonios, intocables diosas y dioses (¡ay los de ébano!), esperpentos, discrecciones, borracheras, risas, llantos, besos, abrazos, miradas de sorpresa, miradas que incitan, miradas abstraídas...

Millones de personas arremolinadas en el centro de Madrid, compartiendo el calor del aire y la festividad del día. Y yo, acompañada de tres muchachotes que me hicieron pasar una tarde bonita, a pesar de mis nervios por los reencuentros: Eva con su familia (¡esta Vicky ha sido todo un descubrimiento! perdón, Vicky no: Sinforosa Ambrosia), y María con su chica (Patricia: ¡encantada de conocerte!). Algún agobio que otro en Vázquez de Mella a la hora de moverse ("Aprenda el significado de "¡IMPOSIBLE, COÑO!" en diez cm2). Las tamboradas brasileñas en Hortaleza repartiendo alegrá en estado puro, mientras de los balcones nos arrojaban barreños de agua salvadores. Poca agua nos cayó, así que de madrugada no vino mal la -efímera- guerra de botellas de agua subiendo por Alcalá.

Un Orgullo tranquilo, de espectadora dentro de semejante locura risueña. Me quedo con ganas de más. De muchas cosas, dentro de lo que esta fiesta significa.

1 comentario:

Eva dijo...

:)
Ay... había cada dios de ébano que pa qué.
Joer, estoy moooolida y mi sucia mente es lo primero que cala de tu texto, jajaja.
Ains.
Qué gustazo verte, cariño. Veros. Achucharte un poco.
¡Me largo a dormir, que no puedo con mi vida! Como reza cierto pedazo de tatuaje, por cierto.
Besos. Todos. Muchísimos.