10.20.2007

Leo, como cada fin de semana desde hace ya bastante tiempo, "El Cultiberio", apartado del periódico digital "El Confidencial". Y hoy Inci escribe esto:


"Lo siguiente que pasa es que el propio maestro Antón nos habla, breve pero intensísimamente, de qué es para él la música, la inspiración, el arte. A mí me llegó al alma cuando dijo qué le empujaba, qué le impelía, le forzaba casi, a escribir: “La belleza”, sonrió, con una sonrisa azul de esas suyas, inocente y translúcida, como si eso fuese una explicación. ¡Y lo es! ¡Vaya si lo es! Pero es una explicación que no entiende todo el mundo. Sólo habrá atrapado su perfecto significado quien haya logrado eso mismo alguna vez. Quien haya creado algo, sea lo que sea, por el puro delirio (casi una obligación, cuando uno se ve atrapado en ese cepo) de echar a volar algo hermoso, sabiendo que sin duda volará lejos y para siempre. Un acróstico de amor perdido en el índice de un libro o un soneto perfecto disimulado en una carta. Una deliciosa filigrana en madera que nadie verá jamás, porque está labrada en la cara que ha de quedar oculta cuando el mueble sea empotrado. Corregir en el ordenador toda una fuente tipográfica para incluir la indicación “fr” en una partitura en la que cualquier editor de música hubiese puesto, sin duda, “ft” (forte). Yo saqué fotos de las diminutas gaviotas que, con un pincel de un solo pelo, pintó hace dos siglos, en los interminables muros del Gran Palacio de Bangkok, un tipo al que sin duda pagaban por retratar allí las glorias de la dinastía, no por entretenerse en inventar pajaritos. Pero dejó en sitios inalcanzables lo más hermoso de su alma y de su arte. Esa es la belleza perfecta y absurda (la más apasionante de las bellezas) que lleva inflamando al maestro Antón desde hace más de medio siglo."


La belleza. Sin más motivos. EL motivo. ¿Por qué buscar más si ahí es donde se encuentra la calma?

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