12.20.2007

"Hacía frío y el hombre tosía. Un frío vientecillo barría el promontorio. Pensó en la mujer. En estos momentos, el hombre hubiera dado cuanto tenía o cuanto llegara a tener con tal de poder abrazar el calor de la mujer, envueltos los dos en una manta, y así dormir. Hubiera dado todas las esperanzas de eternidad, todos los beneficios del pasado, con tal de estar con ella, junto a ella, envueltos en una manta, y dormir, sólo dormir. Parecía que dormir con la mujer en sus brazos fuera su única necesidad."

("El amante de Lady Chatterley")






Esperaba, aterido, en la parada del autobús. La lluvía no dejaba de caer desde hacía horas, fina y punzante, deslizando en una caricia sobre sus mejillas. El resto del cuerpo abrigado, arrebujado como si se le fuera el calor y la vida con el vaho de cada respiración. No había más luz que los neones de la ciudad. Los coches pasaban deprisa a su lado, sin parar. Los semáforos seguían con su latido inaudible entre el ruido de gente que se ignora en su camino. Y él estaba solo.

Por un momento perdió la noción del lugar en el que se encontraba, y aferrando sus brazos a sí mismo, imaginó cómo sería deslizarse al lado de ella, en una cama suave y cálida, bajo un edredón ligero que los cubriera por completo, desnudos, piel contra piel, sin nada, absolutamente nada, que lo impidiera. Pegar su pecho a la espalda de ella, encogerse y acoplarse a un pequeño cuerpo recogido sobre sí mismo, abarcarla por completo, rodear con un brazo fuerte su cintura, apresar sus manos para no caerse, esconder el rostro en el hueco de su cuello y notar la presión de su mejilla al sonreir. Respirar al compás de un latido casi imperceptible, detener el tiempo y olvidar que el resto del mundo existe fuera de ese edredón. En alguna laguna de la noche, perderse dentro de ella, insistiendo y sintiéndose acogido, deseado desde hace mares de tiempo. Cuidando. Protegido.

Hacía frío. Ya llegaba el autobús, con el suelo húmedo y resbaladizo, en el que entró fingiendo no percibir al resto de personas, sus abrigos, sus olores. Aún quedaba un largo trecho hasta llegar a casa.

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