11.06.2017

"Puedo fingir que no te he visto,
pensar que no soy lo que querías 
pero con todo te lo digo 
yo he sido tan feliz contigo..."



M,


Eres la persona extraña a la que más he querido en mi vida. Eres la persona que elegí como familia fuera de mi familia. Eres quien dibujaba la silueta de un futuro precioso en medio de los vaivenes de la vida. Eres por quien sentí ilusión y confianza de nuevo ante la idea de tener hijos. Eres quien hizo que la palabra "compromiso" fuese algo liviano. Eres quien más feliz me hizo sentir. 


Puedo inventar mil formas de enfrentarme a tu ausencia, a tu decisión de salir de mi vida, de sacarme de la tuya. Puedo batallar hasta que mi propio cerebro se vence a sí mismo. Puedo llorar hasta literalmente ahogarme. Puedo gritar en silencio sintiendo el terror de volverme loca ante esta impotencia. Puedo, lo hago, no lo busco, pero existe; todo este daño está aquí, conmigo. Y el tiempo se toma su tiempo para darme una tregua, como si me estuviera castigando por haberte querido como te quiero.


Puedo buscar "el camino correcto" para intentar "curarme": no preguntar por ti, bloquear cualquier posibilidad de ver fotos en las que rehagas tu vida (y yo no estar en ella), puedo repetir mil veces "se acabó, es su decisión y yo debo respetar esa distancia que ha puesto", aunque al mismo tiempo contenga mi locura de coger el coche e ir a buscar tu abrazo. Puedo intentarlo todo. Y no conseguir nada.


Eres tú a quien sigo queriendo.

Eres tú a quien sigo esperando.

Puedo analizar y saber que no me equivoco cuando entiendo que esto ha sido una huida, un no enfrentarse al mínimo de los problemas (que es, simplemente, aprender a comunicarte con una de las personas más importantes de tu vida); podría usarlo como arma, como retroceso y fuente de recelo al pensar "¿... y ante algo grave, volvería a irse?". Podría, y ahí está el pensamiento. Me ayuda a seguir buscando la objetividad en todo esto. Me ayuda a comprender, a aprender, y a saber que mi concepto de pareja es bueno, bonito y sano, y en absoluto inmaduro. 


Quizá sería más fácil si estuviera enfadada. Pero no lo estoy.


Sólo infinitamente triste. Doliente. 


Porque sigo pensando que encajamos. Con nuestras taras, pero encajamos. 


Seguiré jugando el juego del tiempo, pues no me queda otra. Seguiré buscando la sonrisa a cada momento que me sea regalada, porque también vendrán llantos. Es la vida. Aunque ahora tenga que recordar cómo hacerlo sola. 


Era tan bonito pensar que podíamos aprender a reír y llorar juntos. A ser débiles y fuertes juntos. 


Sólo sé que te quiero. Te quiero como a nadie. Que necesito verte, abrazarte, olerte. Que me abraces, me huelas, me quieras. 


Y que te espero. Aún te espero. Pero no tardes, mi amor, que esto duele demasiado...










No hay comentarios: