6.12.2006

No me suele invadir la ira. Nunca me ha controlado.

No me gustan las discusiones, no soporto las peleas. Las evito si es posible. Me acobardan. Siempre busco la palabra como camino, por estrecho que éste parezca.

Sé que me pongo debajo de mil suelas de zapato en lo que a mí concierne. Demasiado a menudo. Por ahora no me importa, aunque sé que es algo que debo cambiar (mi orgullo no lo aguantará muchos años más).

Ante ciertas insolencias suelo ponerme un traje de baba: me resbalan. Ante la falta de educación surge mi desdén y me descubro altiva, despreciativa. En realidad, pocas personas importan de verdad. Pocas merecen la pena.

Pero cuando una de esas personas que merece la pena, una de esas que me importa más de lo que aún soy consciente, sufre por terceros, convierto ese sufrimiento en algo personal. Y entonces fría, lentamente, noto cómo sube la ira por el pecho. Como si se vistiera el alma con una túnica peligrosa.

No suelo darme miedo: el control es grande.

Pero también sé usarme como arma.

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A veces me impaciento hasta las lágrimas por este tiempo tan breve que me impide llegar más allá. Al rato entiendo que todo lleva el paso correcto.

Y vuelvo a sonreir pensando en tu sonrisa. En tus manos. En tu sorprendente cercanía (a pesar de todo).

2 comentarios:

.María. dijo...

La verdad es que un rato largo de paciencia sí que tienes. Yo debería estar en esa lista de abofeteadas, jejeje. En fin, tú paciente y yo pesada... ganaste tú, claro. JAJAJAJA.

...y vuelves a sonreir.

.María. dijo...

Ahhhh, por cierto. Un mala noticia, malísima... No voy al orgullo esta vez. Será el único en tantos años, pero no hay dinero ahora para escapadas, y tampoco todo el tiempo que me gustaría.
Lo que sí está claro es que el 1 o 2 de Agosto voy para Valencia, y si estás en esas fechas por Madrid puedo pasar unas horas contigo ...o si no a la vuelta de Valencia, para el 5 o el 6.
Chica, no siempre puede ser todo lo que se quiere.

BEZZZZZZZ