8.27.2006

Dormir toda la noche, sin despertar en ningún momento, ausente por completo del mundo exterior e interior, me parece un logro extraño y valioso. Por la tarde la cabeza no puede seguir dándole más vueltas a las cosas, y necesita desconectar, aunque sea un cuarto de hora.
Y por la noche vuelven los ojos de búho atacando la habitación que no ven, demasiado perdidos en historias internas. Quizá con miedo a que siga habiendo pesadillas que, ni dentro ni fuera, es posible controlar.

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Llamar a quien necesitas y no ser capaz de hablar ¿tiene algún sentido?

Por lo menos, a pesar de las distancias, hay voces cuyo sonido es un consuelo.


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