3.07.2007

Estoy cansada. Y triste. Echo de menos a mi chico, le veo menos de lo que quiero y necesito. Estoy deseando que llegue el fin de semana para poder abrazarle (tengo suerte de tenerle), y más aún, que llegue el momento en que podamos compartir algo más que lo que supone el fin de semana. Recuerdo a Vito y siento impotencia al no poder dar marcha atrás hacia apenas diez días atrás, antes de que comiera la mierda que le mató. Imagino que sigue por aquí, y cuando me doy cuenta de que no es así se me hace un nudo en la garganta. El trabajo me pone nerviosa; es un trabajo que no me gusta (aunque sepa que los hay peores. No es esa la cuestión). No puedo independizarme. Vivir sola me asusta, cuando antes no lo hacía. No sé manifestar bien lo que siento. No sé cómo soy, ni sé verme con los ojos de los demás. Posiblemente me queje demasiado.

Pero eso es algo que también necesito. Al menos ahora, aquí. Aunque no sirva más que para aliviar la desazón de este momento.

Mañana será otro día.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No te conozco...ni tu a mi...pero por alguna extraña razón me impulsa a visitar tu blog a diario, incluso varias veces...
Conozco trazos de tu vida que ni imagino de gente cercana a mi...
Este mismo impulso es el que me hace animarte, pedirte que sonrias, que te apoyes en toda la gente que tienes ahí...y en los invisibles tb...
Un beso

Patricia dijo...

¿Pues sabes qué? Que aunque no te conozca, me encanta que estés ahí.

Gracias.

Un besito.