6.25.2007


Estoy tumbada en la cama, leyendo. A mi lado se tumba Caifás (alias "el Gordo"), uno de mis gatos, feliz por haber terminado yo de trastear y haber salido de la ducha-maligna (siempre que me ducho llora, asustado). Le acaricio la panza un rato mientras le miro. Está muy tranquilo.

Viene a mi cabeza Vito. La última noche, que pasó tumbado sobre mí, ronroneando. A pesar de todo. Hace poco salieron rosas amarillas en el lugar donde ahora duerme. Me acerqué a acariciarlas. Le echo de menos.




------------------------------------------------------

La ventana está abierta. No hace demasiado frío, aunque para estar acabando junio el calor se hace de rogar. Ulula un mochuelo tempranero. No se oye nada más. Apenas hay viento. Ahora las golondrinas cotorrean, pero con calma. La casa está silenciosa. Dentro de la tranquilidad, hoy estoy triste.

A veces lo que uno más necesita es desaparecer una temporada, aunque sean uno o dos días alejado del mundo rutinario, por si eso ayuda a hacer limpieza general de alma, de mente, de como quiera llamarse. Como un intento de transformar una calma ficticia y resignada en una calma con expectativas e ilusiones renovadas.

Lo dicho: hoy es una tarde melancólica. Espero que pase pronto.

No hay comentarios: