1.22.2008

Leo un texto sobre jugadores idiotas que apuestan todo a un amor sin esperanza, a un amor ya perdido del que no entienden que ya no está. Apuestan a una vida soñada e inexistente, por los siglos de los siglos. Enfermos ludópatas que se empeñan en vivir equivocados, sin aplicar lógica alguna a su devenir diario.

Deben ser las personas más felices de la tierra, aunque lloren.

Porque, a pesar de mi empeño perfeccionista, no concibo vivir sin esa esperanza, sin jugar aunque esté perdido de antemano. Hay algo dentro, muy dentro, que se rebela y decide vivir en ese mundo ¿imaginario?

Enferma ludópata...

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Robado a mis Lolitas:

"Una y mil veces me golpeaba la cabeza contra la pared intentando resolver ese problema. Si hubiera podido, me habría sacado los sesos y los habría pasado por el escurridor. Hiciera lo que hiciese, pensara lo que pensase, intentara lo que intentase, no podía escapar de la camisa de fuerza.

¿Era el amor lo que me mantenía encadenado?

¿Cómo responder a esa pregunta? Mis emociones estaban confusas, eran tan calidoscópicas. Era como preguntar a un agonizante si tenía hambre.

Tal vez podría formularse la cuestión de otro modo. Por ejemplo: << ¿Se puede recuperar jamás lo que se ha perdido?>>.

El hombre razonable, el hombre con sentido común, dirá que no. Sin embargo, el idiota dice que sí.

¿Y qué es el idiota sino un creyente, un jugador con todo en contra?"


Nexus, Henry Miller.

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