9.15.2008

La luna asoma grande, luminosa, tan redonda que parece una chincheta en el cielo. Una luna de mentira. La miro sentada sobre una roca, en el campo que hay tras de mi casa, acompañada de mis padres. Charlamos tranquilamente los tres. El aire aún no es frío y la luz es hermosa.

Miro un video (el del gatito de más abajo) con mi hermano y su novia en su habitación; nos reímos un rato los tres juntos.

Viene mi gato a acariciar su cabecita contra mi rodilla, tranquilo. Le rasco un rato detrás de las orejas y se va tan contento a jugar, persiguiendo su rabo encima de mi cama.

Parece algo habitual, cotidiano. Puede que lo sea.

Para mí son momentos que valen más que el oro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como tantas y tantas veces las pequeñas cosas son los mejor de la vida.