7.27.2014

A veces, la distancia entre frío y calor es de un abrazo. Pasar de una soledad angustiosa y sin salida a que te recojan unos brazos muy necesarios para llevarte a superficie. Pedirte que no te exijas más. Permitirte respirar. Escuchar tu silencio, ese que está ahí por la imposibilidad de hablar, de tanto que pesa el cansancio; esperarte y escucharte cuando, tras ese abrazo, rompe la ansiedad en lágrimas y te dejas caer, tal como eres, durante unos instantes, indefensa.

Porque sigue ahí, igual que tú sigues. A pesar de problemas de comunicación en distintas frecuencias, de no poder veros, de personalidades fuertes, de malos entendidos, de preocupaciones. Porque es tu amigo a pesar de todo. Porque te quiere. Sin más interés que seguir teniéndoos el uno al otro.

A veces un abrazo te reconcilia con la vida en el momento más necesario.

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