7.12.2014

"Sé de amigas que a estas alturas se acuestan con desconocidos porque no quieren dormir solas. Amigos que mantienen relaciones muertas, aterrados ante la idea de quedarse solos. Amigos que alimentan supuestas amistades por miedo a pasar los días solos. Personas que llaman a otras simplemente porque se aburren. Personas usadas por otras personas incapaces de gestionar su soledad.

La soledad más intensa es precisamente la que más se esconde, la soledad disfrazada de vida social, de relación sentimental, de cómplice que nunca llegará a ser amigo."

El miedo a la soledad está demasiado presente, demasiado utilizado como herramienta de control. La soledad, como prueba del fracaso en un sinnúmero de áreas de la vida de cada uno: sentimiental, amistosa, familiar, "realización profesional"... Muchas trampas, muchos condicionantes simplificados. Y la soledad del individuo, deformada, pasa de reflejar la unicidad y lo especial de cada uno (con el potencial que ello conlleva) a reflejar una imagen de derrotado, de paria social.

Yo entro en este miedo: tengo demasiados condicionantes grabados a fuego. Pero, a pesar de él, intento combatirlo. Esto no significa que no desee amar y ser amada, o la aceptación por parte de un amigo, o reconocimiento social: significa que mi cuerpo y mi mente rechazan el sometimiento y la auto-negación que implican (demasiadas veces) estar en compañía por no estar sola. Voy descubriendo, poco a poco, la amabilidad de la vida en singular. Sin convertirme por ello en eremita. Sin renunciar a mi humanidad, a mi ser social.

[…] 

"Pasan trenes todos los días, pero eso no significa que tengamos que cogerlos."

B. Alpuente.

No hay comentarios: