1.10.2007

Miro a través de la ventana: los cristales están empañados con millones de gotitas, muy quietas todas para no caerse. A duras penas se ve el olmo que hay frente a mí, en el que ya brotan algunas yemas, preludio de futuras hojas, del precioso marzo que vendrá. El cielo está muy nublado.

Mina se sube a la mesa de un salto. Se planta ante mí muy tiesa, con las patas juntas, en posición de firmes. Me mira con los ojos entornados y maúlla suave. Le doy un achuchón y, después de ronronear un rato, salta al suelo a seguir investigando.

Miro el pequeño bote de comida para peces que he puesto en el ordenador y me sale una sonrisa. Busco La Llosa, en Benidorm, y alucino con lo que podría verse ahí. Ya tengo material para evadirme imaginando "bajo el agua" durante una temporadita.

Mientras toso, no dejo de dar vueltas en la cabeza a distintas cosas: trabajo, planes, personas... Espero algunos cambios en breve (cruzo dedos) que me ayuden a ir a mejor. Y mientras todo eso queda fuera, aquí dentro, bien dentro, siento cómo calor y calma arrullan a quienes quiero. Y de esta forma tan tonta me siento bien, pensando que así, al menos, nos hacemos compañía.

1 comentario:

.María. dijo...

Mi hamster, "Rati", del que hablaré en cuanto tenga un poquito de tiempo, nos aliena de esas comeduras de cabeza de la vida cotidiana. Tiene una mansión de plástico de colores, serrín y rulos de papel higiénico. Nos reconoce, lame y muerde con confianza ¡Parece un gato, o un perro!
No hay nada como observar a los animalitos, a veces las personas ya aburrimos.

Bezzzz.